Buscaba caras en el colectivo pero ninguna me resulto
conocida, me senté en el asiento que es para una sola persona y abrí la ventana
del todo, el verano ahogaba con la humedad y de ese lado justo daba el sol pero
recordé que apague el cigarrillo por la mitad y no daba contaminar a nadie con
el olor fuerte que largaba. Esa tarde tenía que hacer un trámite de lo más
aburrido que no vale la pena ni siquiera contar de qué se trataba.
Al terminar de realizar la tediosa tarea post interminables
colas y administrativos de mal humor me fui a comprar una gaseosa para sentarme
en la plaza secundaria de la ciudad, elegí esta plaza porque hay menos gente y
colectivos pero a su vez tiene más árboles, me senté debajo de un ombú a
disfrutar de la helada agua tónica y prender un pucho en paz, se acercaba el
mediodía y tenía toda la tarde libre hasta las cuatro; en realidad todos los
días los tenia libres, esa vez aprovechaba el tramite porque también jugaba mi
equipo, el deportivo merlo. Además de mi familia es lo único que me ata de
verdad a esta ciudad que lo tiene todo y además nada, me quede un rato
distraído con el celular haciendo tiempo ya que era bastante temprano y de
repente vi una sombra en el suelo acercándose.
-¡qué raro verte por acá!. Me dijo; Era Florencia, mil años
amándola y no en secreto, ella sabe que estoy a sus pies desde que se inauguró
el planeta tierra maso menos, nunca le sacó provecho pero tampoco quiso nada más,
siempre le importo más su vida que atarse a mí, aunque en el fondo me quería un
poco y también algo paso alguna vez en alguna noche de navidad o año nuevo, no
recuerdo.
Se sentó conmigo,
charlamos bastante. Con ella siempre fueron charlas fluidas y admiraba mis historias
o eso aparento siempre, le conté que esa tarde había partido y la invite, que
puta casualidad que ella también tenía la tarde libre, era un sábado húmedo y
asqueroso pero se mostró dispuesta. Caminamos del centro hasta la cancha y yo
me sentía feliz, era como volar hasta el cielo de la mano de tu ángel de la
guarda después de haber fallecido en una horrible y violenta muerte. Al llegar
sentía que los papelitos de la hinchada me los dedicaban a mí, obviamente la
lleve al lugar vip del estadio, no por seguridad, sino porque quería seguir
hablando tranquilo, aunque ir a un bar hubiera dado el mismo resultado yo iba a
estar ultra nervioso y fuera de mí, sentados en la confitería de cara al
ventanal que da al campo de juego charlamos de que era de nuestras vidas, ella
estaba en los últimos años de la carrera y estaba bien, yo no trabajaba pero
mantenía una rutina, desde que me había mudado el barrio había cambiado pero
ella no, seguía tan preciosa como siempre.
-¿podes creer que no vi el partido? Le dije cuando ya en la
tribuna solo quedaban algunos hinchas descolgando los tirantes.
-yo tampoco lo vi mucho. Me dijo pero no era lo mismo, ella
era como una especie de extraterrestre en ese lugar, yo en cambio era lo único
que amaba, el futbol y el charro. Aunque
perdiéramos lo disfrutaba como a nada en el mundo.
Capitulo 1 escrito por Mariano Nicolas Freccero